sábado, 28 de mayo de 2016

APOCALIPSIS 21

La nueva Jerusalén


Vino entonces a mí?
R/  uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo,
 diciendo: ?
R/ Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto,?
R/  y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor?
R/  era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
12 Tenía un muro grande y alto con ?
R/ doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;
13 al oriente ?
R/ tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.
14 Y el muro de la ciudad tenía ?
R/ doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15 El que hablaba conmigo?
R/  tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
16 La ciudad se halla establecida?
R/  en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
17 Y midió su muro, ?
R/ ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.
18 El material de su muro era de?
R/  jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;
19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados ?
R/ con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
21 Las doce puertas eran?
R/  doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.
22 Y no vi en ella templo;?
R/  porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
23 La ciudad no tiene necesidad ?
R/ de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
24 Y las naciones que hubieren sido salvas?
R/  andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
25 Sus puertas nunca ?
R/ serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
27 No entrará en ella ninguna ?
R/ cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

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