miércoles, 22 de febrero de 2017

GUÍA PROFÉTICA

Insólito: Se cumple la Antigua Profecía de Isaías en el desierto de Israel

La región de Arabá, al sur del desierto del Neguev, cerca del Mar Muerto, tiene apenas de 25 mililitros de lluvia por año aproximadamente. En el desierto, la temperatura llega a casi 50 º Celsius en verano. Sin embargo, la región es responsable por el 60% de la producción de frutas y hortalizas frescas de Israel...
 
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Hace casi 2700 años el escribió lo siguiente: “Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.
Para muchos israelíes, la condición vivida hoy en el valle de Arabá y es el cumplimiento de una antigua profecía del profeta Isaías.
Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.” Isaías 35:1-2
La región de Arabá, al sur del desierto del Neguev, cerca del Mar Muerto, tiene apenas de 25 mililitros de lluvia por año aproximadamente. En el desierto, la temperatura llega a casi 50 º Celsius en verano. Sin embargo, la región es responsable por el 60% de la producción de frutas y hortalizas frescas de Israel.
Hace ya casi 30 años que el Fondo Nacional Judío (KKL en hebreo) viene invirtiendo en proyectos de reforestación de la región. “Conseguimos obtener con poca lluvia una producción agrícola que en otros lugares simplemente no puede suceder. Gracias a KKL, usamos la creatividad en la gestión del agua, dado que usamos cada gota que cae”, dijo Samantha Levy, una joven funcionaria del Consejo Regional del Arabá Central.
Para esta, la comunidad agrícola existente allí solo prosperó porque hace 50 años los judíos recien llegados a Israel aceptaron establecerse en el desierto. “Lo que ellos consiguieron no solo cambió la agricultura para Israel, sino que también dio una lección al mundo”, remarca.
Conforme la Agencia de Noticias Israelí, en Arabá existen entre 7000 y 8000 agricultores, llegados de distintos países. Ellos usaban sistemas de irrigación tradicionales pero, en ocaciones, cuando no había agua, no tenían nada para comer. Por eso, aceptaron la ayuda de los científicos ligados al KKL. Ellos poseen un centro de biotecnología que estudia constantemente cómo producir en condiciones climáticas extremas.
Hasta hace algunos años atrás, era imposible creer que eso sería posible. Los proyectos allí desarrollados ya han atraído a personas de diferentes partes del mundo, que fueron a investigar cómo esto fue posible.
“Lo que hacemos aquí es realmente para el mundo. Es una forma de alcanzar la producción máxima a través del uso eficiente de los recursos. Arabá es una prueba de que lo imposible es posible,” remarca Levy. “Después de todo, estamos en la región más periférica y aislada de Israel, junto a la frontera con Jordania”.

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